pepe dixit

23 mayo, 2006


514283 El código
Con el estreno de la película del Código da Vinci vuelven a aparecer en la televisón, en la radio y en los periódicos, como ya sucedió en su momento, defensores y detractores de la novela y ahora también de la película. Se vuelve a hablar de sus intenciones, de su calidad, de su conveniencia, de su certeza, de su honestidad y del dinero que ha generado y del probablemente generará. He observado que todos los que opinan pueden agruparse en dos conjuntos disjuntos, porque normalmente o les preocupa una cosa, o les preocupa la otra, pero no las dos simultáneamente: Los que critican la calidad literaria de la novela y de la película y los que repudian las insinuaciones y la interpretación histórica que ofrece el autor en el libro y en la película. Después de haber visto este fin de semana la película y haber leído hace ya un tiempo el libro puedo afirmar tres cosas: La película es un bodrío, el libro es extraordinario y no entiendo el porqué de tanto trajín con la versión de la historia insinuada por el libro.

He dicho que es un libro extraordinario, no que sea un buen libro. Buen libro no lo es: El argumento es muy forzado y demasiado efectista, el desarrollo de la trama es más que previsible, sin complicaciones ni adornos, los personajes son ramplones y carecen de matices, la prosa es simple y rudimentaria y en su conjunto el libro formalmente presenta formas propias de una narración visual con lo que difilmente puede ser calificado como literatura. De eso me doy cuenta yo y cualqueira que lea el libro con un espíritu medianamente crítico. Sin embargo de lo que casi nadie se da cuenta es de que es un libro extraordinario por la sencilla razón de que cumple impecablemente aquello para lo que fue concebido: Entretiene, da de que hablar y se ha vendido como churros, que es el fin último. Porque el libro no pretende otra cosa, de eso también me doy cuenta yo y cualqueira que lea el libro y suela utilizar la cabeza para pensar. No será una obra maestra de la literatura sin embargo es una obra maestra del entretenimiento ¿Qué tiene más valor? Porque no debe de ser fácil hacerlo, la película que parte de las mismas premisas, e incluso tiene el campo abonado por la aprición previa del libro, y tiene los mismos objetivos es una autentica porquería. A todos los deméritos artísticos que tiene el libro une el del aburrimiento y eso no permite que haya posbilidad de redención alguna.
Que se produzcan discusiones, y se hayan dedicado programas de televisión a discutir ese punto, acerca de si la tésis presentada por el libro es cierta o falsa me causa la misma sorpresa que el hecho de que los programas de cotilleo, en los que se destripa la vida y obra del famosete de turno, tengan una audiencia superior a cero, y mi reacción es exactamente la misma en los dos casos ¿Y a mi que me importa la vida privada de ese señor? Es más en el caso de los programas de cotilleo todavía entendería que alguien del género masculino, si fuese mujer y lesbiana también sería válido, lo viese si el progrmama versase sobre que a fulanita, que está cañón, la han pillado como dios la trajo al mundo en culaquier playa remota, a fin de cuentas, en ese caso, sería el instinto de conservación de la especie y no la ausencia de actividad neuronal lo que impulsaría a perder el tiempo con semejante chorrada, pero con lo otro ¿Qué interés tiene?

17 mayo, 2006

317847 Recuerdos
Soy demasiado holgazán para ponerme a desarrollar algo cuando la idea germinal no nace en un estado pulido y desbrozado y eso es algo que últimamente no ocurre con mucha frecuencia, así que buscando algo pudiera emplear como causa primera empecé a revisar los textos que tengo escritos y guardados en el portátil. Me encontré, del mismo modo que te encuentras con un amigo por la calle, con este que vendrá a continuación, no es muy extenso, como casi todo lo que escribo, ya he comentado que cuando hay que empezar a trabajar me vulevo holgazán, no recuerdo cuándo lo escribí ni tampoco el por qué, pero al releerlo me viene a la memoria alguien que curiosamente últimamente ha vuleto a pasearse por mis sueños, país del que la creía desterrada hace tiempo, y también el capítulo de inicio del "El corazón de la tinieblas" de Joseph Conrad. Me he pasado tres días buscando el libro por toda la casa para releer ese primer capítulo y ver si mi asociación mental tiene algún punto de justificación y he pensado en volver a llamar a esa persona para ver si su excursión por mis sueños es voluntaria u obedece a un extravío momentáneo. El libro no ha aparecido por lo que supongo que debí de dejárselo a mi hermana pequeña en algún momento. El teléfono sigue colgado.
El texto es el que sigue, está titulado como Hechicera, pero ahora me parece demasiado cursi.

"Cuando tiré los dados yo ya sabía que tendría la mala fortuna de sacar la mejor tirada posible. No podía perder, con lo que el juego terminaba y llegaba a su fin. El ocaso de la aventura. El fin del la incertidumbre.

Sus sonrisa y sus ojos atestiguaban el hecho de que yo había caído en la trampa, había jugado y había ganado. Tal vez la partida estuviese decantada de mi lado desde el inicio, posiblemente solo el hecho de jugar y asumir el riesgo fuesen argumentos suficientes para triunfar. Nunca lo sabré y ella nunca me lo dirá. ¿Dónde se ha visto una hechicera que revele sus artes? Mi mala suerte o mi imprudencia, las dos de la mano, me han traído hasta aquí, pero... ¡No, me engaño! Imprudencia ha habido, la mala suerte la he buscado, pero a pesar de ello y antes de todo ello yo ya era una de sus víctimas, ella lo sabía y por eso me buscó. Yo solo seguí el juego.

Recuerdo cómo era todo antes, el dulce sopor de la normalidad, la tranquilidad que proporciona la monotonía de un día igual al anterior y el saber que el que vendrá no será muy diferente ni del presente ni de la mayoría de los anteriores. Tener la certidumbre, ahora se que solo es la ilusión, de poder describir a grandes rasgos como serán los días que vivirás. Cuántos habrá felices y cuántos tristes, el por qué de esa felicidad y el origen de las sombras de la tristeza. Habrá días anodinos, insulsos, pero son necesarios e inevitables. Tal vez, si los contase, resultasen ser demasiados para mi gusto por eso no conviene pensar demasiado en ello. Es preferible abandonarse al deleite del momento, la mañana con el desayuno, perezoso, o la caída de la noche y la sensación de tranquilidad en la que me imbuye su llegada.

Ella también llego de noche pero no trajo la tranquilidad. Lo que sigue narra su llegada, el juego, mi victoria, y cómo con ello perdí todas las certidumbres que había en mi vida. Podría explayarme contando la búsqueda a la que esa pérdida me abocó, sigo inmerso en ella, y mi relato sería mucho más fiel y seguramente divertido, pero hacerlo revelaría de mí mucho más de lo que me gustaría que supieseis, tal vez me viese obligado a mentir, y además aún no conozco el final. Así que mejor empecemos por el principio, ese que todos conocemos: Ella llegó una noche."

09 mayo, 2006

196436 Cuestión de prioridades

El otro día encontré este aforismo y me plante que tal vez debería de cambiar mis prioridades, el infinito parece mejor recompensa que un panorama de recortes y limitaciones.

"La tontería es infinitamente más fascinante que al inteligencia.

La inteligencia tiene sus límites, la tontería no"

Claude Chabrol


Pero entonces recuerdo a mi padre diciendo:
"La estupidez tiene un punto a partir del cual deja de ser soportabe"

¿Dificil elección?


01 mayo, 2006


121411 En busca de la felicidad

Ayer me senté delante del ordenador con la intención de escribir una entrada sin saber muy bien qué contar ni cómo contarlo. Primero pensé en que debía de dedicarle un poquito más de tiempo a la página, actualizar los márgenes con más frecuencia y poner algunos enlaces mínimamente interesantes, pero mi escasa actividad internauta no es un buen pilar sobre el que fundamentar esa tarea; solo visito páginas de diseño electrónico y programación de sistemas embebidos y no creo que al común de los lectores y sistantes de esta página eso le resulte muy apasionante. Tengo un serio problema con eso porque no tengo ni idea de que hacer con ello.
Encontrando esa primera vía cerrada, o poco estimulante, pensé a continuación en que tenía que comentar esta entrada de Artabro, que a su vez viene del blog de Punset, que yo no conocía y al que solo le he dado una vuelta por encima, con la que tengo más de un punto de discrepancia, y algunos otros de concordancia. Al principio pensé en comentar con unas cuantas líneas que según empecé a meditarlas se mostaron como insuficientes primero y realmente escasas despúes así que pensé que mejor sería desarrollar toda una entrada al respecto. Idea era e idea sigue siendo.
Hoy he vuelto a sentarme delante del ordenador con la intención de terminar lo que empecé ayer. Lo primero que he hecho ha sido mirar por la ventana, lo segundo borrar todo lo que escribí ayer y lo tercero llegar hasta aquí lo más rápido que he sido capaz. ¿Qué pasa? ¿Qués es lo que courre? Hoy, lo mismo que ayer: Miro por la ventana y pineso: "Y digo yo... ¿Con lo bueno que hace que coño hago yo aquí sentado delante del ordenador pudiendo salir a disfrutar del sol y tomarme una cervecita tranquilamente?" En ese estado existencial toda actividad intelectual es inconcebible, imposible, insensata, disparatada, propia de locos, de gente aburrida y, claramente, perjudicial para la salud. Debo por lo tanto cejar y abandonar en este preciso momento mi empeño por construir algo coherente y dejar las cosas tal y como están. Una cerveza bien fría me está esperando en algún lugar, he de partir en su búsqueda.