pepe dixit

30 diciembre, 2006

42 Un poco de Shackleton

"Un hombre debe de estar dispuesto a luchar hasta el final por lo que desea en la vida"

"Jamás la bandera arriada, nunca la última empresa"


22 diciembre, 2006

40 Todo a medias...

Lo que sigue lo dejé escrito el viernes pasado después de la fiesta de navidad que hicieron en una empresa con la que trabajo y a la que me "rogaron" que asistiera. Lo escribí mientras esperaba que Rubén terminase un informe que tenía pendiente para poder irnos a comer tranquilos y no tener que volver por la tarde. El acabó su informe antes que yo la entrada por lo que esta quedó inconclusa. Hoy he pensado en retomarla, pero ya no estoy azuzado por el champán, la chispa que la originó se ha ido y he pensado que debería de reescribirla completamente, eliminado la parte primera que no tiene nada que ver con mi idea original, hablar de los contrastes que aparecen en mi vida, y que es producto únicamente de las burbujas del champán. Al final he decidio dejar lo que escribí y si tengo ganas , esta tarde contar la otra historia.

¡Ay ay ay ay ay! Yo iba a hablar de una chica que conocí ayer en el tren, más bien de lo que ella leía y de lo que yo leía, del desconcierto que me causaba su lectura y del desconcierto que le causó a ella la mía, pero según he leído el último comentario que han dejado en la anterior entrada, y posiblemente influenciado por las cuatro copas de champan y tres de vino que he bebido en las dos últimas horas, he sentido el impulso, ciertamente irresistible, de puntualizar todo lo que me habéis ido comentando estos últimos días. Así que con vuestro permiso empezaré por esto último dejando lo primero para el final (Y esta forma de escribir tan pomposa se debe única y exclusivamente al vino, que me marea un poquito).

En al anterior entrada hablé de otras tres o cuatro cosas además de aquello en lo que os habéis centrado al mayoría, algunos mostrandoos de acuerdo, otros matizando en mayor o menor medida mi opinión y otros abierta y francamente contrarios (Agradezco a estos últimos la omisión de palabras soeces y similares). Sabía que, forzosamente, si hablaba de ello todo lo demás sería ignorado. Aunque es cierto que me hubiése gustado tener algún comentario al respecto no es menos cierto que sé que algunos temas son de interés común, o al menos lo despiertan, y con otros muchos es necesario pensar un buen rato antes de encontrar qué decir sin parecer tonto, no porque el tema en cuestión sea simple o ridículo si no porque no siempre somos tan sensibles o brillantes como para encontrar las palabras o los sentimientos adecuados. Lo que no esperaba por mi parte era la necesidad de puntualizar o matizar (A veces me sorprendo a mi mismo). Los que me conocen saben que en la mayoría de las ocasiones me importa bien poco lo que puedan decir o pensar los demás, que no suelo plegarme a dar explicaciones, de la misma forma que no las pido, y que asumo que todo el mundo tiene un lado luminoso y otro mas bien oscuro sobre el que no es lícito centrarse en juzgar o intentar cambiarlo una vez que has decidido aceptar a alguien tal y como es (Y que me molesta sobremanera que lo hagan conmigo. Y esto no quiere decir que no acepte la crítica, pero una cosa es la crítica y otra la injerencia). En fin, que según todo lo anterior no debiera de preocuparme por dar explicaciones y sin embargo lo voy a hacer (El champán y el vino, recordad. También recordad lo que decían los romanos: In Vino Veritas).

No se si es un error, miento, estoy convencido de que no lo es, pero suleo hablar generalizando. Lo hago constantemente, generalizo pero no establezco absolutos (es que no es lo mismo). Si digo que me gustan las mujeres no quiero decir que me gsuten "TODAS" las mujeres pero si, que en general, me gustan. Una cosa tengo clara, el mundo es "absolutamente" relativo y "absolutamente" interdependiente. Cuando hago una generalización se ciñe exlusivamente al mundo y al entorno que conozco (Como ocurre con las generalizaciones que hacen la inmensa mayoría de los seres humanos, incluso las de aquellos que afirman que nunca generalizan), del resto, de lo que no conozco, no puedo hablar y por lo tanto no opino, al menos consciente y voluntariamente (Es que esa es otra de mis manías: Mi subconsciente a veces dice cosas que no diría mi parte consciente, creo que soy de los pocos a los que le pasa esto, y si que establece absolutos). En mi entorno, tanto personal como laboral, hay muchas personas que se quejan de lo a disgusto que están o de lo injusto que es con ellos el mundo o de que la culpa siempre es de los demás. Mi entorno en la mayoría de las ocasiones se compone de gente "bien". Han tenido la oportunidad de estudiar sin agobios, sus padres se desviven para siga sin faltarles de nada una vez se han ido de casa y tienen trabajos más o menos cómodos. Es de ellos de quienes hablo, no de los pobres de Africa o de los chicos que nacen en barrios marginales y sin futuro y de los que se muy poco. Eso es lo que no entendía Rubén cuando yo le decía que no hablábamos de lo mismo y que por ello sus objeciones no me parecían válidas. Por otra parte me resultan muy preocupante dos cosas: La primera es que esa distinción entre lo general y su ámbito y lo absoluto no sea tan clara como yo pensaba. Lo segundo es que leyendo muchos de los comentarios tengo la sensación de que la idea, falaz según creo, roussoniana de que dos personas con iguales aptitudes y en iguales circunstancias alcanzarán sin duda los mismos resultados está muy extendida.

Ahora vamos a hablar de lo que yo quería hablar realmente. Hay veces que parece que el universo busca y fometa la aparición de contrastes. Ayer en el tren...

16 diciembre, 2006

38 De todo un poco

Cuentan que a un burro, o asno, le pusieron delante dos montones de paja y murió de inanición al no ser capaz de de decidir cuál de los dos montones elegir para comer. Ultimamente para todo me ofrecen, o encuentro, dos montones. El miércoles me pusieron delante uno, y bien grande y bien cocinado, el viernes otro, también grande, pero sin cocinar.

Estoy hasta el gorro de la versión beta de blogger ¡Quién me mandaría cambiar!

Mi hermana mayor siempre me dice que en ocasiones la hago sentir tonta. Lo cierto y verdad es que soy yo quién se siente como un bruto sin sensibilidad alguna cuando la veo trabajar. Puede, solo puede, que yo sea más listo. Seguro, totalmente, que no tengo ni la décima parte de su sensibilidad y habilidad social.

Desde que me cambié de casa me he vuelto muy perezoso y descuidado en relación a esta página. Escribo poco y leo a otros también poco. No se si solo es pereza o es que se acerca el fin del camino.

Creo sinceramente que quien vuelca sus frustaciones en los demás es mezquino y miserable. También creo que quien se encuentra en una situación que no le satisface y no hace nada por cambiarla no tiene derecho a quejarse, o al menos a reclamar atención. Y que desde luego eso no justifica que los demás sean los paganos de su desaliento. Mi amigo Rubén dice que soy algo o muy fascista por pensar así. Nos reímos un montón discuitiendo el jueves sobre esto, y a pesar de todas sus objeciones y observaciones (Básicamente: Eres clasista. No tienes en cuenta las circunstancias personales rodean a la persona a la que juzgas, ¿Qué culpa tienen y qué pueden hacer los habitantes de los países africanos que viven en la miseria? y ¿Un pensionista que no puede vivir con lo que cobra todos los meses? Como a ti te va bien, si los demás no lo consiguen es que son tontos) desde luego muy legítimas y ciertas, pero no estoy seguro de que totalmente válidas porque creo que se queda en las formas e ignora el fondo. Sigo pensando que puedes hacer dos cosas: quejarte o hacer lo posible por cambiar, que lo primeo es de conformistas y lo segundo de personas con espíritu (Lo que Sthendal llamaba hombres de talento, asi que, igual, lo de que soy clasista tiene algo de fundamento) Y es más probable que consigan mejorar los segundos que los primeros. Me preocupa que Rubén pueda tener razón porque a mí, mi planteamiento me parece sensato y cierto, no digo que sea generoso o altruista, ni compasivo ni desisteresado, pero si cierto (y es verdad que también puede ser muy cruel), y no me considero excesivamente mala persona. Pero claro, si Rubén tiene razón igual la cosa cambia... Creo que tengo suerte por encontar personas con las que las diferencias de opinión son solo eso, diferencias de opinión que no condicionan la relación que tenemos.

04 diciembre, 2006

36 Vacaciones no planificadas

¿Qué es lo que se hace en un día de vacaciones cuando no tienes planes? Yo al parecer, ir a una librería y dejarme 247 euros en libros, y ya de paso ligar con la dependienta de la librería porque si cuando te devuelven la tarjeta de crédito te dejan caer un "Yo a ti te he visto hace poco y no recuerdo dónde" no es cuestión de dejar pasar la oportunidad ¿No? (Sobre todo si tú si que recuerdas que la viste el sábado por la noche y lo difícil que era apartar la vista de sus... y ahora, aunque vaya un poco más recatada, también es difícil no fijarse en ellas). El caso es que después de todo esto caminando por la calle cargado con los libros, bajo la lluvia y metiendo el pie de vez en cuando en algún charco, se te ocurre que tal vez fuese buena idea comparte unas zapatillas nuevas porque el agujero que hay en una de ellas está haciendo que se te empape el calcetín de ese pie y aunque no seas muy amigo de comprar ropa y esas cosas, solo una vez al año, las que tienes ahora mismo están realmente viejas. Asi que aprovechando que estás por el centro entras en una zapatería y da la casualidad que en lo primero que te fijas no es en los zapatos si no en el culo de una de las dependientas que es bastante más sugerente que cualquiera de los zapatos que pueda haber en la tienda, la naturaleza puede ser realmente hermosa, y lo segundo que adviertes es la cara divertida de su compañera que se ha percatado de tu nulo interés por los zapatos y si por las formas redondas y que maliciosamente se lo está comentando a su compañera, la del culo. Y entonces llega lo más sorprendente porque esperando algún tipo de reproche en vez de eso me encuentro solícitamente atendido por las dos dependientas que acaban primero eligiendo por mí qué zapatillas debo comprar, segundo preguntándome el porqué y el para qué de tantos libros, tercero curioseando sin ambajes los libros sacándolos de las bolsas (¿Qué podía decir o hacer yo que tan solo cinco minutos antes había hecho lo mismo con sus culetes?) y cuarto recomendándome que además de las zapatillas sería bueno que comprase también algún que otro par de calcetines, que los que llevo apenas están enteros.

Todavía me quedan 7 días sin trabajo y sigo sin plan alguno para ninguno de ellos. La improvisación, en el primero de ellos, ha salido aceptablemente bien, aunque eso si, un poco cara.