pepe dixit

11 marzo, 2007

49 Al cruzar el límite

Todos tenemos límites y por algún motivo, en ocasiones, nuestra boca, animada con vida propia y ajena a nuestra voluntad, nos coloca en la tesitura de tener que demostrar si somos capaces de superarlos (Es lo que tiene ser hombre y que la testosterona controle tu vida). Y eso fué más o menos lo que ocurrió ayer. Salí a cenar con unos amigos, como todos los años por estas fechas. Hace unos cuantos años habría sido impensable que no nos hubiésemos juntado en un bar, sin novias (ahora mujeres) por supuesto, para ver el partido y beber cerveza y en vez de ello salir a cenar con las respectivas parejas, pero a día de hoy a nadie se le hubiése ocurrido posponer una cena para poder ver el partido. Hablamos de todo y en un momento dado a Tomás se le ocurre proponer que por cada gol del Madrid, por los que no daba un duro, debiéramos de bebernos dos tequilas, y es aquí dónde empieza a desmadarse el sentido común y gestarse el desatino porque a continuación propongo, entre risas, hacer lo mismo por cada gol del Barsa. Terminada la cena nos acercamos a un bar de copas próximo, al que no creo que volvamos (es probable que no nos dejen), dónde al enteramos del resultado del partido nadie, del genero masculino, se planteó que a lo mejor, solo a lo mejor, cumplir lo pactado iba a ser excesivo (el honor y el orgullo por encima de todo), y dónde quedo claro que aunque hayamos llegado a este mundo hace cosa de 32 años nuestro cerebro dejó de progresar, en el mejor de los casos, a los 15. Un tequila, dos tequilas, tres tequilas, cuatro tequilas, cinco tequilas, "Oye ¿No estamos bebiendo demasiado rápido?", seis tequilas, siete tequilas, ocho tequilas, "No se si vamos a ser capaces de llegar a los 12", nueve tequilas, diez tequilas y... Efectivamente, estábamos bebiendo demasiado rápido y no íbamos a ser capaces de llegar a los 12. Lo siguiente que recuerdo es el sabor de la bilis en mi boca y el sudor frio cayéndome por la frente y la espalda mientras una de las chicas, no recuerdo quién, me sentaba en un banco, creo que después de sacarme, no se como, del baño. Después de esto otra enorme laguna y mi llegada a rastras hasta mi cama. Hace años esto hubiése sido motivo de chanza, risas y burlas. Hoy también, es más que probable que hablemos de esta noche, de la que no recuerdo nada, durante muchos años, pero creo que esta vez nos hemos pasado y desde luego no es que esté precisamente orgulloso: ¡No fuimos capaces de llegar a los 12! y me estoy planteando que tal vez mi cuerpo haya dicho que se acabó, que ya no más.

4 Comentarios:

Blogger Ana said...

Te exiges demasiado.
Una docena es una docena, y a determinadas edades no llegáis.

Da gracias que superaste media.
Y mira qué zupia!!
Cómo haces para no tener resaca y poder escribir todo esto??

Me alegro de verte, aunque sea en tan lamentable estado :P

Besos grandes, cuéntanos más cosas, Pepe!!

12:03 a. m.  
Blogger Dulcinea said...

jajajajajajaj. Yo que también conozco las resacas de los trienta y tantos...me hago cargo del sobreesfuerzo que te ha supuesto escribir este post....jajajaja.
Una docena de besos, GÜeY¡¡ jejeje.

9:23 a. m.  
Blogger libertad said...

Son cosas de la edad... Tranquilo, bienvenido!
Un beso

11:44 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

¿y qué años dices que tienes...? los años no pasan sin más.

10:58 p. m.  

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