pepe dixit

09 abril, 2006

28657 La siesta y la espada del samurai
Un samurai nunca desenvainaba su espada en vano. Una vez fuera de su funda esta forzosamente debía de cumplir el terrible propósito para el que fué creada. Teñirse de sangre, la del enemigo, muerto o herido en el combate, o la propia, un corte en la llema de un dedo por ejemplo, en caso de que el guerrero hubiése echado mano de su arma innecesariamente. El samurai creía firmemente que su espada era la materialización de su alma y que a través de ella se manifestaban los ideales de justicia, honradez e integridad que la figura del samurai representaba. Por ello nunca hacía un uso innecesario o frívolo de la misma.
De lo anterior no estoy seguro del todo, pero en lo que sige lo tomaremos por cierto, porque si no, entre otras cosas, me quedo sin sustento para lo que quiero contar: Yo, a mi manera, también sigo el código del samurai. ¿Cómo? Muy sencillo: Yo duermo la siesta.
Bien, vale: ¿Qué tiene que ver la siesta con el código de honor de un guerrero japonés?
Pues es muy simple: Si el samurai desenvaina su espada ha de procurar que de alguna forma esta se tiña de sangre. Si yo me siento a comer, forzosamente después he de hecharme la siesta. Si no mi alma se resiente, pasado un rato me duele la cabeza y el devenir de la tarde se convierte en una tortura insoportable. Explicaciones para ello puede haber muchas, pero yo estoy convencido de que es la forma que tiene mi cuerpo de decirme que estoy yendo en contra de mi propia naturaleza. Así pués, invariablemente, todos los días después de comer: Media hora de siesta. Esta necesidad imperiosa es la que me situa en el mismo plano que el samurai.
¡Ya está! ¿Ves qué fácil? Resulta que dormir la siesta es un acto de integridad, honradez y justicia propio de personas consecuentes con sus ideas. Y además, por si no te habías dado cuenta, sienta maravillosamente bien.

5 Comentarios:

Anonymous Anónimo said...

¿Media hora? ¡Eso no es una siesta ni es ná! Yo procuro evitar la siesta porque, de echarla, la echo de 3 horas mínimo y olvidate ya de lo que reste de tarde (de ahí que procure evitarla en días de diario). Pero media hora... ¡Por favor!

6:20 p. m.  
Blogger Marga said...

Jajajaja a mí me sucede igual!! sin media hora de siesta no soy persona, nunca la perdono!!

Yo siendo samurai y sin enterarme ni presumir de ello... hay que jorobarse!! jajaja

Por la justicia y el honor, hip, hip!

12:08 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

A mí me pasa como a Carlos. De pijama, padrenuestro y orinal, lo otro me suena a cabezadita tonta.
Me despierto de la siesta de un humor de perros, por eso la evito.
Pero vamos, que para justificar la siesta recurrir a los samurais...jajjaja...como que tampoco hacía falta, vivimos en el país de la siesta...te comprendemos perfectamente, y yo te envidio por conformarte con media horita. Eres un campeón.
Besitos.

7:12 p. m.  
Blogger GLAUKA said...

Suerte que tienes, con mi hora y media al mediodía ni para siesta de media horita te llega. Asique, contradictoriamente, me voy de gym ;).
Y oye, que una siesta puede ser aprovechada de mil maneras ... (que hoy toy tontita oye, y se me ocurren mil formas que terminan igual)

12:02 a. m.  
Blogger Shogunjosex said...

que bueno tu punto de vista, me he reido bastante la verdad, aunke no lo haya esteriorizado por estar en la oficina.
La siesta es sagrada, mantiene la cabeza estable, y la mente descansada por lo menos a mi.

8:26 p. m.  

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