pepe dixit

09 marzo, 2006

987 Mi puesto de trabajo


Este rincón que veis aquí ha sido mi puesto de trabajo desde el lunes de esta semana hasta hoy mismo. Espero no volver a ocuparlo, aunque si al final resulta que no soy tan bueno en mi trabajo como me ufano (y tal vez a Dios se le antoje castigarme por mi soberbia) deberé de de tomar posesión de él nuevamente el lunes. Está en la sala de cuadros de una etación de bombeo perdida en medio de la Tierra de Campos, que en verano cuando los campos de trigo están dorados por el sol es el lugar más hermoso del planeta.

No hay mesa, no hay silla, solo mi portátil y el muro (esta vez no demasiado alto) contra el que me he estado dando de cabezazos estos últimos días. Hace frio, hay humedad y hay poca luz. Además, trabajar ahí tirado da dolor de espalda (tengo los riñones molidos, busco unas manos que quieran acunarlos y estrmecerlos) y, hasta que no encontré el cartón de pordiosero sobre el que sentarme también daba dolor de culo. Si no fuese por lo del frio una experiencia húmeda y con poca luz tras la que acabas con dolor de riñones y agujetas en el culo sería considerada por cualquier mente razonablemente cultivada como un indicador de un encuentro sexual como mínimo muy satisfactorio, casi casi extraordinario aunque para eso quizás hagan falta unos cuantos arañazos en la espalda, pero lo más parecido que he obetenido estos días ha sido un desgarrón en el culo del pantalón al engancharme con un tornillo. Pero siendo muy sincero, a mi no me apetece reptir otra semana como está, por mucho que los síntomas puedan ser considerados de una forma tan perversamente deliciosa.

Hay más paralelismos entre mi trabajo de estos últimos días y una experiencia sexual reconfortante: Normalmente cuando termino con un proyecto no hago nada más en todo el día, (en esto no hay paralelismo, después del sexo, normalmente, si que soy capaz de hacer otras cosas), independientemente de la hora a la que se produzca el finiquito, así que hoy llegado a casa un poco antes de las 6 de la tarde. Desde entonces he merendado 3 veces, he descartado ir al gimnasio otras tantas, y he entrado en un estado de dulce abandono acompañado por una creciente sensación de cansancio y una sonrisa de felicidad (seguramente motivada por el hecho de que hoy no terminaré de currar a las 10 de la noche, con los lobos aullando, como los otros días y, bueno vale... lo confesaré: Porque el lunes cuando empecé no tenía ni idea, ninguna, nada de nada, de cómo se hacía lo que se esperaba de mi). Aquí nuevamente los rios vuelven a discurrir paralelos: En ninguno de los dos casos tengo la más mínima idea de cómo hacerlo cuando empiezo, y cuando termino solo me apetece comer, abandonarme y sonreir.

3 Comentarios:

Anonymous Anónimo said...

¿En realidad eres un trabajador o un okupa?

10:20 a. m.  
Blogger pepe said...

No lo había visto desde ese punto de vista... ¡Coño, me has dejado roto!

11:28 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

jajajajajajajaja!!!

A tí lo que te pasa es que estás famélico sexualmente y ves sexo por todas partes corazón ... será la primavera que está a punto de acercarse?

Genial el post, sí, y, ya que estamos, he leído algo más y me ha gustado lo suficiete como para tenerte ya linkao en mis favoritos.

Besos húmedos y muy salados, que son los únicos besos que puede dar una sirena ;)

1:46 p. m.  

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