pepe dixit

18 enero, 2006

3.2 Subjetividad

No es que me guste ser protagonista, pero creo que lo anterior me define con una precisión extraordinaria. Me he pasado todas las navidades peleando, luchando, contra una criatura que yo mismo concebí y que resultó no ser perfecta, que era tal y como yo la había imaginado, si no que se reveló como poco dispuesta a obedecer mis designios y con una peligrosa tendencia a la anarquía. La victoria que obtuve y que la confinó en una celda de la cual solo yo poseo la llave resultó ser solo momentánea y demasiado costosa para mi escaso crédito. La bestia volvió ayer visitarme. Se reveló prácticamente en los mismos términos y condiciones que la vez anterior: El mismo fallo de previsión, la misma imprecisión. Cierto es que yo he sido quién abrió la puerta de su celda y le permitió escapar, cierto es también que no he tenido mayor remedio.

La experiencia cuenta, o al menos esa ilusión tengo, y esta vez en vez de tardar un mes en derrotarla tan solo necesitaré unas cuantas horas, llevo ya unas catorce en el día de ayer y preveo que hoy deba dedicarle al menos otras cuatro o cinco antes de poder volver a cerrar la puerta de la celda. Debería de perder la llave, no podría volver a dejarla salir nunca, pero sé que al igual que en el koan zen el ganso nunca estuvo dentro de la botella, la bestia nunca permanece dentro de la celda, solo lo aparenta, y antes o después volveremos a encontrarnos.

¿Y si la bestia soy yo mismo? ¿Y si resulta que cuando la encuentro lo que ocurre es que simplemente me estoy mirando al espejo? Entonces debo de ser muy vanidoso, la bestia aparece demasidas veces y con demasiada intensidad en mi vida.


1 Comentarios:

Anonymous Anónimo said...

Es obvio, mi querido rival, que la bestia eres tú mismo en cuando a que eres tú mismo el que se encierra dentro de la celda (que tú mismo has construído) con la llave siempre a mano. Si te quedaras en la celda y tirases la llave, no tendrías que preocuparte más que de lo que hay dentro de la celda... Pero a cada 'escapada' que te pegas, acabas regresando con el rabo entre las piernas y encima amplías un poco más la celda para intentar tener más espacio y no anhelar el espacio que hay fuera.

Desengáñate. Tu celda nunca será lo suficientemente grande como para que el espacio que queda fuera de ella te sea indiferente.

Carlosdixit.

5:44 p. m.  

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